
Fotografía tomada en BraganÇa, ciudad fronteriza al norte de Portugal.
Está demostrado científicamente que una siesta de no más de 30 minutos mejora la salud en general y la circulación sanguínea y previene el agobio, la presión o el estrés. Además, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje y proporciona la facultad de prolongar la jornada de trabajo al poderse resistir sin sueño hasta altas horas de la noche con poca fatiga acumulada
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